"Bombardean colegios y hospitales. Es el día del juicio final"

Un rugido ensordecedor que da paso a un golpe seco, contundente y letal. Así son los días y las noches en el distrito opositor de Guta Este, a las afueras de Damasco. Así lo escuchó EL MUNDO en una grabación que Abu Bashir, un médico residente en la zona cero, le envió ayer durante una entrevista. Cientos de personas han muerto o sufrido heridas alrededor del facultativo desde el domingo, en una de las mayores matanzas de la sangrienta guerra en Siria. Una situación que muchos asemejan a la de Alepo a finales de 2016."Puede que estemos en el mismo escenario de Alepo. Es un asalto en el que se están matando simples civiles. Se está destruyendo todo, incluidos mercados, hospitales y escuelas", denuncia Abu Bashir desde el barrio de Saqba, uno de los más golpeados estos días en la que varios testigos han definido como la fase más mortífera en siete años de guerra. "Las organizaciones internacionales son débiles. Son incapaces de ponerse en nuestro lugar", critica el doctor, mientras, añade, dos cazabombarderos sobrevuelan su hogar.

Igual de horrorizados están los responsables de UNICEF, tras noticias como el relato de un colaborador de la agencia France Presse en Guta, en el que explicaba cómo tenían que llegar a guardarse los cadáveres de los pequeños muertos en neveras. Tanto que la agencia de la ONU para la infancia emitió ayer un comunicado en blanco, con una serie de entrecomillados vacíos, dando a entender que faltaba texto, culminados por una explicación: "Ya no tenemos palabras para describir el sufrimiento de los niños y nuestra indignación"."La comunidad internacional debe adoptar sus responsabilidades. Detener este río de sangre y la hambruna. Son crímenes de guerra", rogó Abu Bashir. "El acceso a ayuda humanitaria debe abrirse inmediatamente, la comida y las medicinas deben ser traídas y los bombardeos deben detenerse", insistió. Pero al otro lado sigue el silencio. La guerra siria, convertida en conflicto de intereses extranjeros, se ha retorcido tanto que hasta sus mesas de resolución han degenerado en meras plataformas proselitistas, incapaces de pararla.Desde la caída de Alepo, Bashar Asad y sus principales soportes, Rusia -clave en los bombardeos aéreos y en la rehabilitación internacional de la figura del presidente Asad- e Irán -que ha proporcionado financiación y combatientes a un aliado crucial en la región- se han erigido como vencedores. Pero, principalmente en una franja sureña, en la provincia de Idlib y en Guta, una amalgama de opositores de todo tipo, entre ellos algunas brigadas radicales e incluso fieles a Al Qaeda, han mantenido sus posiciones.

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